Ya estás por salir. Finalmente cerraste el equipaje.
Mentalmente volvés a chequear todo lo necesario:
pasajes
billetera
celular…
¿Y el libro?
¿Cambiaste de cartera y se te quedó en la otra?
¿Lo ibas a poner en el bolso de mano y colgaste?
No importa si tu viaje es de la casa al trabajo o desde China a Londres.
Leer es algo más que pasar el rato.
¡Leer te hace feliz!
Por eso te angustiás cuando olvidás un libro y no sabés en dónde puede estar; se te ponen los pelos de punta si prestaste un ejemplar y no te lo devuelven, o al terminar ciertas lecturas sentís un pequeño vacío.
Algo así me sucedió en mi primer viaje en avión a otro país.
Anécdotas de una viajera primeriza
Cuando el peso de un libro sí importa.
Es una realidad, para las amantes de los libros en papel, esto puede ser un problema.
Si vas a una distancia corta todo es soportable.
Cuando se trata de un viaje más largo, las dimensiones de un ejemplar te limitan.
Tenelo en cuenta, un libro marca la diferencia en exceso de equipaje.
Como viajera primeriza, digamos que sí lo era en vuelos internacionales.
Y no te rías, porque es verdad.
O sí, reíte mucho y fuerte. ¡Hace bien!
Como te decía, una de mis anécdotas más graciosas sucedió en mi primer viaje a Brasil.
Mi amiga y yo teníamos pendiente ese destino.
Y en mi caso, la valija apenas podía contener lo necesario.
Así que, ahí estaba yo, a las corridas la noche previa al vuelo.
Tenía una sensación física, mezcla de un “no llego con todo” y felicidad.
Pero eso no me iba a detener ni un poco.
Tras un par de vueltas, puse lo que planeaba llevarme en el cuarto.
La ropa formaba una montaña sobre la cama.
En la mesa de luz había dos libros a medio leer; el termo, el mate y el celular…
Esto sin contar el calzado.
Eran demasiadas cosas y en ese momento, me arrepentí de no ser minimalista.
A pesar de todo seguí.
La falta de espacio me obligó a priorizar.
Hoy me causa gracia contarlo, pero dejé dos cosas que para mí eran vitales: el equipo de mate y el libro que estaba leyendo.
¡Batería de chans! ja,ja,ja.
Así es, soy de las que toman mate todo el día.
De las que andan con el libro en la cartera.
Esa soy hoy y sin dudas, era la misma en esa época.
Lo que sí cambió es que aprendí a organizar mis viajes (no te garantizo que al 100 por ciento, pero ya estoy más canchera).
Ya en el aeropuerto, fuimos a recorrer el free shop.
Teníamos un buen rato antes de embarcar.
En ese tiempo de ocio liberé por fin la ansiedad y los nervios del viaje.
De pronto, descubrimos una tiendita de regalos que tenía ejemplares de libros en versión pocket y otros de pocas páginas, pero no por eso menos interesantes.
Ese momento fue increíble.
Miré a mi amiga y ambas estallamos en carcajadas.
¡Ahora sí que el viaje se estaba poniendo bueno!
Y eso que aún no habíamos subido al avión.
Me tomé mi tiempo, curioseé todos los títulos que tenía a mano.
Satisfecha la etapa de investigación, di vuelta al exhibidor giratorio y ¡zas!, brillando justo ante mí estaba la última novela de Mario Vargas Llosas: Travesuras de la niña mala, en edición de bolsillo.
Fue un flechazo, ya ese título tan sugestivo me latía en el corazón.
Quería devorar las páginas con tanto entusiasmo como si fuese un postre.
El resultado no se hizo esperar.
Me llevé el libro con un aire de viajera experimentada y minita feliz, muy feliz.
Así es, conseguí mi libro tan deseado.
Aunque confieso que lo del mate no tuvo solución.
Recomendación, si sos tan matera como yo, hacele espacio junto a tu libro.
Ahora bien y al margen de mi propia historia, un libro, además de su contenido, también es lo que genera en quien lo lee.
Por eso es tan lindo llevarlos en los viajes.
Razón número 1: Un libro es compañía
¿Lo pensaste alguna vez?
En mi bolso, por ejemplo, llevo un libro y un bloc de notas.
Quizás no se trate de un viaje especial. Pero es parte de mi día a día.
Lo tengo incorporado a la rutina.
Podés decirme que es algo predecible por mi profesión.
Y te lo tomo.
Pero mucha gente no es escritora y lleva libros en sus mochilas.
¿Por qué será?
Creo que eso sucede porque un libro es un gran compañero.
Y lo digo desde el corazón.
Es increíble, ahora que lo pienso.
Jamás me siento sola cuando leo.
A veces un libro me acompaña a tomar un café.
Puede que sea antes de una reunión o de entrar a clases.
Puede que sea mientras espero a alguien.
No importa dónde esté, en esas ocasiones ya mi día es un poquito mejor.
Lo que me hace recordar que además de ser un buen compañero, un libro también es diversión.
Razón número 2: Un libro es diversión
Esto te lo puedo argumentar por horas infinitas.
Seguro que el resultado dependerá de tu humor en ese momento.
También influye el tipo de lectura.
Pero desde luego cuando la imaginación y el ingenio se encuentran, no me digas que nunca estallaste en carcajadas mientras leés.
¿O solo a mí me pasan estas cosas?
Como sea, basta con que un día que estés con un humor un tanto ácido, o en mis palabras, con el moño torcido; y que al poner tu atención en una lectura distendida y ocurrente, sientas que la nube negra que te persigue se evapora.
En este momento pienso en Mabel y Rubén al diván, los divertidos personajes de Tute que ya son un clásico.
Creo que cualquiera que haya estado o esté en pareja, se ha identificado alguna que otra vez, con las divertidas situaciones que cuentan sus personajes.
¡Yo, la primera! ja, ja, ja…
Y si no los conocés te recomiendo este libro. No tiene desperdicio.
Es que darte de cara con la realidad no puede hacerte más que reír.
Eso es lo que logra Tute.
Esto me lleva a la razón número tres de por qué viajar con un libro te hará feliz.
Y es que un libro te hace libre.
Razón número 3: Un libro te da libertad y te invita a soñar
Y aunque existen muchas razones que te acerquen a la lectura, sin dudas, la libertad que genera el leer encabezará cualquier lista.
Como fuente de conocimiento e inspiración lo es todo.
Pero además, en los libros hay consuelo y también, esa mágica sensación de vivir a través de las historias.
Me pasó, por ejemplo, al leer por primera vez Como agua para chocolate, de Laura Esquivel.
Vivencié la historia, me sumergí en los sentimientos de la protagonista y mientras estaba inmersa en ese mundo, eso era todo para mí.
¿Cuántas veces lograste la calma tras leer un rato?
Quizás te pase, que encuentres en palabras de otros tus propios pensamientos.
La lectura siempre será libertad.
Los que escribimos somos lectores desde el alma.
Leer siempre trajo calma a mi vida.
También esperanza.
Leer en todos sus formatos es parte de quien soy y gracias a eso puedo escribir.
De todas las posibles ocupaciones que podría tener, esta es sin dudas la que me hace más libre y más feliz.
¿Y a vos?
Espero que sigas encontrando en cada libro que se cruce en tu camino la compañía, la diversión y la libertad.
¡Que cada vez que lleves un libro en tu viaje, sea parte de una gran historia, la de tu vida!
PD: Acá te dejo alguno de los tantos libros ideales para llevar en el trayecto de tu casa a la oficina, para cuando te tomes unos días de descanso o en ese momento que te vas a dedicar a vos misma…